lunes, 12 de marzo de 2007

11M, porque todas las voces son pocas.

Día para el ¿olvido?, ¡Nunca!

Ha pasado el tiempo pero el olvido no, al menos por mis noches. Se muy bien que nada tiene de bueno recrearse en el dolor y rememorar la impotencia y la indefensión, pero es mucho peor permitir que ciertas cosas caigan en el olvido.

Aquí va otra voz mas, que sigan sumando.


Confidencias de un día gris.

No siempre se puede elegir las circunstancias que te rodean y que marcarán tu singladura. De echo, siendo el mas joven de once hermanos, reconozco que aunque mis horas no fueron mas largas que las suyas, desde luego, lo parecieron, al menos a mi.

Empiezas ilusionado como cualquier nuevo día, todo es nuevo y toca aprender deprisa, cada hecho al que asistes es un acontecimiento, de echo, desconoces los conceptos de bien y mal, de blanco y negro, de Caín y Abel; pero, reitero, toca aprender deprisa.

Oscura y fría fue mi noche, aunque mentiría si dijera que es extraño en estas fechas, pero era mi primera noche y me dediqué a disfrutarla. Era de lo más normal, una lágrima aquí, una sonrisa allá, nada fuera de lo común, claro que ¿Cómo iba a saber qué era lo normal? De todos fui aprendiendo, hora a hora, de mi noche, de la bondad y la pasión, de la envidia y el cinismo, perdiendo a veces y otras proclamando mi inocencia, dicen que la noche enseña a vivir el día y no al revés. Y a esas horas todavía nadie había reparado en mi, nadie sabía aún mi nombre…, nadie lo olvidará en adelante.

Nada especial ocurrió durante la noche, pero de madrugada, todo cambió, pude conocer, sin ir mas lejos, la pereza al despertar, la torpeza de la gente con los ojos medio abiertos, los niños que no quieren madrugar…, en fin, las ilusiones de unos, así como las amarguras de otros, el cansancio del que vuelve a casa cruzándose con las energías renovadas del que espera un gran día, un “buenas noches” que se acuesta y un “buenos días corazón” que llevaba horas esperando pronunciarse.

Y yo, todavía joven, me entretengo observando aquí y allá, aprendiendo cada gesto, unas miradas tiernas, una frase impertinente, unas manos que se enredan, otro taxista malhumorado, una mochila arrastrada por aquel niño aún dormido; yo, aprendiendo sonriente como funciona el corazón de la gente. Es maravilloso.

¿Y esa luz?, ¿por qué duele?, tanto dolor, ¡¡no entiendo!!, ¿a que viene tanta oscuridad?, apenas puedo ver, el aire es espeso, casi no puedo respirar…, lágrimas, no puedo oír nada, después de un tremendo estallido solo un eco atropellado, un grito que surcó varias veces el alba, varias veces desgarró todas las gargantas, libros diseminados por el suelo, sueños que no logran despertar, atascos de lamento en la ciudad, silencio. Silencio de almas indefensas, esperanzas rotas, dedos arañando la locura, ojos extraviados de manos amigas, inútiles frases sin oído que las pueda escuchar, manos blancas o negras manos, todas rojas, todas mudas, sordas manos.

Viajaba en cada tren de las esperanzas truncadas, nadie me explicó cual fue mi culpa ni la de los demás, solo quedó el dolor, un atormentado silencio y una angustiosa soledad; y entre hierros retorcidos y sollozos se oyó un agotado susurro: “Dios mío, cuanta inocencia maltratada.”.

Nací en 2004, primera mitad del mes de Marzo, me llamo 11 y las lágrimas no me dejaron llegar a ver la luz del sol.

Vivi (11M-2005)

Frase
La paz comprende lo que la palabra no alcanza a expresar.


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