De todos los que fuisteis mis amigos es sabida mi afición a los bolos, a lo que llevo jugando cerca de 7 años, lógicamente he ido mejorando como corresponde, despacito y con buena letra, pero este año, superado el bajón de los dos últimos años por motivos ajenos a mi voluntad, he estado a un nivel que no me hubiera atrevido a soñar meses atrás (segundo en la clasificación individual, segundo en máxima puntuación, segundo en máxima serie y segundos por equipos al terminar la primera vuelta).
Aunque esto parece bonito, es mas, es muy bonito, no deja de tener un postgusto amargo al pensar que me sitúa en el escalón que debería estar desde hace 2 años, pues era el paso natural según el nivel, equilibrio y madurez de juego del que hacía gala hace tres temporadas, que buenos tiempos aquellos, cuando tenía amigos con quien reír si las cosas no iban del todo bien, cuando tenía todo eso que los demás dan por supuesto que debe tener alguien como yo, ¿¡¡y que coño significa alguien como yo!!?, - ¡cuanto mito!, me pregunto si los que lo piensan así se habrán parado a pensar alguna vez en lo que realidad tiene alguien como yo, si supieran que hoy lo cambiaría por un par de sonrisas sinceras para variar - En fin, no viene a cuento, eso es otra historia.
Ahora, recuperada hace un tiempo cierta cordura y, sino mas equilibrio al menos mas frialdad, vuelvo a jugar y a vivir otra vez intensamente, vuelvo a sonreír, soy de nuevo ágil e impetuoso tratando, a la vez, de ser justo y sensato,... soy otra vez yo.
¿O tal vez no?.
Hoy he podido comprobar en carne propia el riesgo de venirte un poco abajo cuando por fin llegas arriba. Luchas por olvidar y dedicas todo tu esfuerzo en mantenerte ocupado incluso en cosas que no crees a tu alcance pues esta al alcance de pocos pero, la sensación de reconocimiento por el trabajo bien hecho y por conseguir lo que no parecía posible, apenas dura unos segundos cuando piensas en que no tiene ningún sentido si no tienes a nadie con quien compartirlo, "la soledad del éxito" lo llamó alguien que no recuerdo. Arriba te sientes observado, te sientes aún mas solo e incluso puedes ver, como un efecto de cámara, como se va empinando la cuesta abajo, según vas modificando tu punto de vista, hasta llegar al vértigo real, el resbalón y la consiguiente caída por la pendiente.
Te hundes y reaparece la rabia, la indefensión y la impotencia, pierdes la paz y el equilibrio, nada te sale bien y vuelves a enfrentar los viejos fantasmas, aquellos que creías muertos y enterrados. Destruyes en una sola partida lo que te ha costado toda la primera vuelta conseguir, nada menos que las 27 anteriores. Todas las capas que has creado a tu alrededor para hacerte insensible se van derrumbando una a una y, una vez mas te sientes débil e indefenso.
Pero las ganas de seguir y el recordar los motivos de todo esto, la seguridad de haber obrado bien regeneran cualquier capa mal hilvanada o costura mal cosida, reafirmando las decisiones correctas y, en este caso, a tiempo para recuperar lo destruido, devolviendo la confianza y la puntuación suficiente para volver al tercer puesto que ayer, visto lo visto, supo a triunfo.
Cuando uno hace lo correcto, puede afrontar con la cabeza bien alta cualquier crítica o reproche incluyendo las de aquellos que las hacen para justificar sus carencias.
Yo
Ahora, recuperada hace un tiempo cierta cordura y, sino mas equilibrio al menos mas frialdad, vuelvo a jugar y a vivir otra vez intensamente, vuelvo a sonreír, soy de nuevo ágil e impetuoso tratando, a la vez, de ser justo y sensato,... soy otra vez yo.
¿O tal vez no?.
Hoy he podido comprobar en carne propia el riesgo de venirte un poco abajo cuando por fin llegas arriba. Luchas por olvidar y dedicas todo tu esfuerzo en mantenerte ocupado incluso en cosas que no crees a tu alcance pues esta al alcance de pocos pero, la sensación de reconocimiento por el trabajo bien hecho y por conseguir lo que no parecía posible, apenas dura unos segundos cuando piensas en que no tiene ningún sentido si no tienes a nadie con quien compartirlo, "la soledad del éxito" lo llamó alguien que no recuerdo. Arriba te sientes observado, te sientes aún mas solo e incluso puedes ver, como un efecto de cámara, como se va empinando la cuesta abajo, según vas modificando tu punto de vista, hasta llegar al vértigo real, el resbalón y la consiguiente caída por la pendiente.
Te hundes y reaparece la rabia, la indefensión y la impotencia, pierdes la paz y el equilibrio, nada te sale bien y vuelves a enfrentar los viejos fantasmas, aquellos que creías muertos y enterrados. Destruyes en una sola partida lo que te ha costado toda la primera vuelta conseguir, nada menos que las 27 anteriores. Todas las capas que has creado a tu alrededor para hacerte insensible se van derrumbando una a una y, una vez mas te sientes débil e indefenso.
Pero las ganas de seguir y el recordar los motivos de todo esto, la seguridad de haber obrado bien regeneran cualquier capa mal hilvanada o costura mal cosida, reafirmando las decisiones correctas y, en este caso, a tiempo para recuperar lo destruido, devolviendo la confianza y la puntuación suficiente para volver al tercer puesto que ayer, visto lo visto, supo a triunfo.
Cuando uno hace lo correcto, puede afrontar con la cabeza bien alta cualquier crítica o reproche incluyendo las de aquellos que las hacen para justificar sus carencias.
Yo
Frase del día
- A menudo la gente no sabe distinguir la prudencia de la cobardía.
Pd.- Hoy tengo que pedir disculpas a todos aquellos que puedan sentirse ofendidos o aludidos, a los que puedan sentirse heridos por mis palabras puesto que no es, ni mucho menos, mi intención hacer ningún reproche, cada cual debe hacer lo que cree correcto.
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